En el año 1936, el intendente Mariano de Vedia y Mitre ordenó que se ensancharan las avenidas Corrientes y 9 de Julio. Y para rendirle un homenaje a la ciudad, se le encargó al arquitecto Alberto Prebisch la construcción de un obelisco en la Plaza de la República en la intersección de Av. Corrientes y 9 de Julio.
El proyecto generó numerosas quejas, ya que la forma y tamaño parecían ser demasiado adelantados para el criterio local y los porteños consideraban que este tipo de monumento no tenía ninguna relación con la historia de la ciudad.
La obra no era común para la epoca, ya que era raro ver monumentos en cemento, sino que lo mas común eran los realizados en mármol y bronce. Además, el interior era hueco, con una escalera marinera de 202 escalones para llegar a la punta.
La obra comenzó el 19 de marzo, con casi 150 obreros que trabajaban sin descanso para terminar este obelisco antes del 25 de mayo de ese mismo año.
Representantes de los vecinos pedian que se demoliera antes de inaugurarse, incluso se llegó a pedir que se inicie juicio al intendente que había querido afear la ciudad. La protesta contra el intendente De Vedia llegó al Congreso y allíi tambien se inició un debate por demás de encendido.
El 15 de mayo se corrió el telón y los reclamos se apagaron, ya que muchos de los que se quejaban habían cambiado de opinión. Y así, autoridades y referentes de la cultura de la ciudad, agasajaron a Prebisch en el hotel Alvear.
En la punta del Obelisco de la ciudad de Buenos Aires está guardado un cofre con una carta escrita por uno de sus constructores. La carta está destinada a quién algún día pretenda demoler el emblemático símbolo de nuestra ciudad. También hay en ese cofre una foto del constructor y de su familia.
Hay muchos que dicen que la leyenda es falsa, dado que el obelisco fue construido (en el tiempo récord 4 semanas) no por un constructor sino por una empresa, la alemana Siemens Bauunion. Otros piensan que el origen del mito es verdadero y que la carta existe y fue escrita por su diseñador, el arquitecto argentino Alberto Prebisch. Sin embargo, la mayoría de los porteños piensa que aunque esa carta exista no será leída nunca por nadie. El Obelisco es tan eterno como el Agua y el Aire.