El barrio Palermo Chico instala su sede cultural desde sus espacios verdes. Podría decirse que tiene la cultura de una permanente fundación que florece a la sombra de una arboleda natural y al ras de sus praderas. Una cultura arquitectónica y cultural supeditada a sus bosques como evidencian serlo el Planetario, el Predio Ferial de Palermo, el Centro Municipal de Exposiciones o el Hipódromo argentino.
Es la más “natural” manifestación de la cultura ciudadana entre todos los barrios de la ciudad. El Rosedal, el Jardín Japonés, el campo de golf, el lago majestuoso aseguran un acabado legado cultural solamente completado como un aderezo por las bellas estatuas. Son protagonistas de su historia y de una cultura profundamente estética sus jacarandaes, sus pinos, sus palmeras.
Cruzar las anchas calles arboladas para volver a sorprenderse con un Zoológico y un Jardín Botánico repetitivos de una naturaleza custodiada como un tesoro es una sorpresa permanente y atractiva.
Palermo Viejo se jacta de una cultura popular que como su pueblo oriundo traspasa las grietas de las casas vetustas con sus fantasmas de malevos y compadritos para adentrarse, bohemio, en un mundo de bares, comparsas murgueras, ferias, y música tradicional o vanguardista.
La plazoleta Julio Cortázar (Honduras y Serrano) con su cultura artesanal y artística convive a gusto con la poesía imperecedera de un Borges o un Carriego y la banda de Rock pesado.
Palermo SOHO, centro indiscutible del más actual arte del diseño.
Palermo Holywood, con su franja de antigüedades más auténticamente representada en su “Mercado de las Pulgas”.