Despues de trabajar durante 7 años, mas de 1.500 personas dejaron a punto este emblema de la ciudad.
Luego de estar 4 años cerrado al público por reformas, mañana el Teatro Colón abrirá sus puertas para mostrar nuevamente su esplendor de antaño.
Justamente, en el la fecha del Bicentenario de la patria, albergará entre sus hitos la puesta en escena de este gran símbolo de la cultura nacional.
Fueron años de andamios en una obra que parecía no tener fin y que trajo a colación más de una controversia. Ahora, las alfombras rojas ya recorren los pasillos, todo tiene ese destello del "punta en blanco" y solo faltan algunas horas para el corte de cintas que abrirá el paso a una nueva etapa para este histórico Teatro Colón.
Las obras de remodelación, que en total costaron alrededor de 100 millones de dólares, fueron complejas. Cuando en noviembre de 2006 Mercedes Sosa brindó el concierto previo al cierre del salón principal del Colón, para pasar a una profundización de las tareas que habían comenzado en el 2003, se estipulaba que en dos años -justo a tiempo para festejar el centenario del Teatro- todo volvería a la normalidad.
Pero las cuentas pendientes en este coloso, al que se pretendía dotar con tecnología del S.XXI pero manteniendo su valor como obra del S.XIX, eran muchas. Como indicara la arquitecta Sonia Terrero, a cargo del Master Plan, fue un largo proceso que comenzó en el 2001. "Los primeros dos años se dedicaron a la recopilación de información del teatro y poco a poco armamos el rompecabezas".
Las tareas monumentales sumadas a las idas y vueltas de las distintas gestiones hacían ver un horizonte lejano. Además, cada modificación en la obra y las decisiones que conllevaba fue objeto de discusión. Aquellos que habían sido testigos de la grandeza del teatro siguieron atentos el destino que corría y los expertos se debatían.
Uno de los grandes temas, se sabe, fue la acústica, famosa por su excelencia: el teatro es considerado como la mejor sala de ópera del mundo.
El temor de perder esta característica clave estaba fundamentado en el efecto que traerían las intervenciones edilicias, sin embargo, otros expertos aseguraban que el cuidado extremo no permitiría errores. Por ejemplo, para no influenciar en la acústica los restauradores del mobiliario - hubo que recuperar unas 2.500 piezas- volvieron a rellenar los asientos con el material original: crin de caballo y algodón.
Las reformas en el piso de la platea, la inclinación de los pisos del escenario, el tipo de rejillas y difusores de aire acondicionado eran otros elementos que podían afectar el rendimiento acústico por lo que se debía prestar especial atención. En ello estuvieron abocados los ingenieros Gustavo Basso y Rafael Sánchez Quintana y los resultados, según las pruebas del Instituto Argentino de Acústica, Electroacústica y Áreas Vinculadas, fueron positivos.
Otro de los símbolos que trajo controversias fue el telón, una pieza histórica también clave para el sonido de la sala. El original, restaurado por expertos, será utilizado en ocasiones especiales como lo es la inauguración de mañana. Data de 1936 y está constituido por dos hojas de terciopelo de más de 700 kilos cada una. El nuevo telón estará listo para octubre, hecho con terciopelo ignífugo siguiendo el diseño de los artistas Guillermo Kuitca y Julieta Ascar.
Para dar paso a la reapertura de este edificio histórico de 58.000 m2 hubo por lo menos 1.500 personas que pusieron manos a la obra en estos años de laboriosos trabajos. Como indicábamos el Master Plan comenzó a llevarse a cabo en el 2003, por lo que fueron 7 años en los que hubo que rever todo tipo de cosas.
Desde la calefacción, que ahora pasa bajo el piso de roble o el sistema de iluminación de última generación que fue instalado, hasta el trabajo sobre las conexiones eléctricas, el avance inescrupuloso de la humedad, las instalaciones contra incendio -desde hace 18 años que el escenario no tenía sistema de prevención contra incendios-, la limpieza y reparación de los vitrales, butacas, arañas, espejos, pisos y ornamentos, muchos en estado de abandono.
No fue tarea fácil. Gran parte del trabajo debió ser artesanal para conservar su aspecto y forma original. Así, por ejemplo, el orfebre Juan Carlos Payarlos fue el encargado de restaurar 200 artefactos de iluminación, incluyendo la araña de la Sala principal que cuenta con seis metros de diámetro, pesa 1.500 kilos y cuenta con 753 lámparas.
Asimismo, para restaurar las piezas dañadas del piso del hall de entrada, realizado con cientos de pequeños trozos de porcelana inglesa puestos a mano, se mandó a un grupo de especialistas a perfeccionarse a Venecia y los fragmentos nuevos se elaboraron en Córdoba, cuidando que tuvieran el aspecto de los primeros tiempos.
Así debieron hacerse, por ejemplo, 90.000 teselas redondas, cuadradas y hexagonales para el reemplazo de partes perdidas, gastadas o rotas que desde hace tiempo dejaron de fabricarse en sus lugares de origen. Es que una de las premisas para la obra era la de una restauración conservativa de este edificio histórico.
Como expresara el Director General del Teatro Colón García Caffi respecto al Salón Dorado, esto implicó "una infinidad de trabajos que fueron desde recuperar el color original de las paredes hasta la restauración de las telas pintadas a mano del techo". Como explicó también la arquitecta Sonia Terrero "los cielorrasos eran de color gris, tenían polución, lo despintamos a bisturí retirando las capas impropias, hasta llegar a la obra del autor sin repintar".
Declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1989, el Teatro Colón de Buenos Aires es considerado uno de los mayores y mejores teatros de ópera del mundo, principalmente por su excepcional calidad acústica, pero también por su notable valor arquitectónico, por su funcionalidad para la representación y ejecución de las obras artísticas teatrales y musicales, por la jerarquía, hospitalidad y comodidad de su Sala y por la belleza de su diseño.
El edificio está ubicado en la zona céntrica de la capital porteña, dentro de la traza fundacional de la ciudad, que data de 1580.
La construcción tuvo lugar en una época de esplendor para nuestro país, que ostentaba por aquellos años una sólida economía. La idea de la obra, una iniciativa del Intendente Torcuato de Alvear, surgió en 1886 y en 1889 se realizó una licitación pública para su construcción, en la cual triunfó la propuesta del músico y empresario de ópera italiano residente en Argentina, Angelo Ferrari (1835-1897), quien acompañó su oferta con un proyecto del arquitecto e ingeniero italiano Francesco Tamburini (1846-1890), quien falleció cuando la construcción apenas llegaba al primer nivel.
A partir de entonces se hizo cargo de la continuación su colaborador, el arquitecto italiano Vittorio Meano (1860-1904), formado en Turín. En 1892 Meano introdujo cambios sensibles en el proyecto y continuó dirigiendo la obra, de lenta ejecución, hasta su muerte. Entonces asumió la dirección el arquitecto belga Jules Dormal (1846-1924), a quien se deben principalmente las terminaciones interiores de refinada calidad y rica ornamentación.
Tras los 18 años que llevó su construcción, el Teatro Colón fue finalmente inaugurado el 25 de mayo de 1908, convirtiendo a Buenos Aires la mayor plaza musical del continente junto con la ciudad de Nueva York.
La primera obra que resonó en su mítico salón fue la ópera Aída, de Verdi. Más tarde, las glorias más grandes del mundo de la lírica y el ballet pasarían por su escenario: Arturo Toscanini, Herbert Von Karajan, Daniel Barenboim, Richard Strauss, Igor Stravinsky, Camille Saint-Saëns, María Callas, Enrico Caruso o Luciano Pavarotti.
También conocieron al Teatro Colón bailarines de la talla de Anna Pavlova, Vaslav Nijinsky, Rudolf Nureyev y Maia Plissetskaya y grandes coreógrafos, como Serguei Diaghilev, George Balanchine y Maurice Béjar. Además, entre sus paredes hicieron historia figuras de la danza y de la música como Julio Bocca, Gerardo Gandini, Paula Almerares y Pablo Yaraví, juntos con otras generaciones de artistas que el teatro vio nacer.
Cabe destacar que además de la famosa sala de ópera, el teatro cuenta con importantes espacios como como los talleres de confección, las salas de ensayo, un conservatorio, un centro para música experimental, biblioteca, museo, boutique, y oficinas de administración, entre otras.
Los festejos, que serán televisados en directo a todo el país en una transmisión a la que se sumarán las provincias constarán de dos espectáculos. Por un lado, hay una cita masiva fijada para las 19, a la que según los organizadores asistirán unas cien mil personas.
Se trata de un gran show visual de una hora sobre la cara del edificio que mira a Cerrito. Allí se proyectará un trabajo en 3D sobre la historia del teatro, para el cual se contó con testimonios y opiniones de diez personalidades del mundo de la música y la danza internacional como Plácido Domingo y Maya Plisetskaya.
La otra parte del show, de la que participarán los cuerpos estables del teatro -Ballet, Coros, Orquesta y Filarmónica- comienza a las 20 y también será transmitido por pantallas gigantes a todo el país. Esta función, de la que participarán 2.700 invitados, comenzará oficialmente con el Himno Nacional y luego presentará el tercer acto de El lago de los cisnes, que contará con la dirección musical de Javier Logioia Orbe y el cuerpo de baile a cargo de Lidia Segni.
Luego será el turno de la ópera, con la presentación del segundo acto de La Bohème, que tendrá como principales intérpretes a Virginia Tola, Nicole Cabell y Marius Manea. Recordemos que esta obra completa será el primer título de la temporada lírica que comienza el 26 de mayo, fecha a partir de la cual hay previstas 183 producciones y la visita a fines de agosto de La Scala de Milán, una de las máximas instituciones musicales del mundo.
Fuente: Los Andes Online
http://www.losandes.com.ar/notas/2010/5/23/turismo-491016.asp