Su carácter bohemio agrega, fundamentalmente en la noche, la magia despreocupada y jocosa.
Sus particulares espacios verdes -Parque Lezama para el solaz y Plaza Dorrego devenida en Feria Anticuario-, la atracción diurna.
Como el tango, surge del arrabal, es albergue de sus cantores, y su misma idiosincrasia se manifiesta en el apego a su historia, añosas memorias, la nostalgia de sus faroles en la espera de la cita amorosa y la conquista de los nuevos incondicionales como terminan siéndolo los que pasaron una vez siquiera por ese barrio aprisionado a su pasado.
Es una zona de gran pintoresquismo con color local y energía popular y tanguera.