Son las tres de la tarde de un día soleado en San Telmo. Las callecitas de adoquines que surcan el barrio se hallan silenciosas como si fuera domingo en un pequeño pueblo. Pero la quietud es casi aparente y un buen observador se daría cuenta que el trajín en San Telmo, aunque a distintos ritmos, es constante. Y es que nadie que venga a esta ciudad puede dejar de visitar uno de los barrios más antiguos y tradicionales de Buenos Aires.
Así lo entienden turistas de todo el mundo que llegan para recorrerlo con la parsimonia de un lugar que merece ser descubierto calle por calle y de a pie. Siguen de este modo construyendo la identidad de este barrio al sur de la ciudad donde culturas de diversos orígenes se cruzan, relacionan y funden entre sí.
Hay muchos modos de comenzar a recorrer San Telmo. Sin embargo, y sobre todo si el tiempo es corto, la mayoría empieza directamente por el corazón: la Plaza Dorrego, la más antigua de Buenos Aires después de la histórica Plaza de Mayo.
En tiempos de la colonia, los carros tirados por bueyes o caballos la usaban como parada antes de cruzar un arroyo para llegar al centro de Buenos Aires, por lo que era conocida como "Alto de las carretas". Luego alojó un mercado de alimentos y en 1900 recibió su nombre actual.
En el presente, desde que en 1970 la Municipalidad habilitara la feria de antigüedades, este espacio toma vida todos los domingos desde las 10 y hasta las 17 para brindar una experiencia inolvidable.
Artesanías, vitrolas, alhajas, libros usados, discos y revistas de colecciones agotadas, ropa de época, mantillas y bordados, más un sinfín de otros adornos, curiosidades y objetos de las más variadas épocas son parte de este mundo donde también abunda el tango, el teatro callejero, las estatuas vivientes, junto a otras expresiones artísticas que transforman la estadía en una fiesta: cada domingo la plaza, que cuenta con 270 puestos de venta, reúne a más de diez mil visitantes.
Los bares, cafés y lugares de comida alrededor, característicos edificios de fines del siglo XIX y XX, junto con las galerías instaladas en antiguas casonas recicladas, completan la experiencia.
Los negocios de anticuarios que funcionan durante toda la semana son otra seña y tradición del barrio. La mayoría se ubica sobre la calle Defensa, entre San Juan e Independencia, y cuentan con diversas especialidades: desde añejos sifones de soda hasta vasijas de porcelana francesa, pasando por instrumentos musicales hasta mobiliario de distintas épocas, arañas y más.
El Mercado de San Telmo es otro lugar que conserva antigüedades. Se accede por calles Defensa, Carlos Calvo, Bolívar y Estados Unidos. Inaugurado en 1897, su fachada presenta características de estilo italianizante y el interior es una excelente estructura de hierro con techos de chapas y vidrio.
La primera asociación que se hace al barrio son las antigüedades, sin embargo, en los últimos años San Telmo se ha convertido en un lugar importante en otros aspectos, uno de ellos es le diseño de autor. Variedad de negocios estampan las calles ofreciendo una alternativa diferente a las clásicas vestimentas.
De hecho, el barrio ya forma parte del Buenos Aires Design Tour, un circuito creado por estudiantes de diseño e indumentaria de la UBA que también abarca los barrios de Palermo y Recoleta. En el recorrido por los locales se pueden conocer las técnicas de confección, recursos utilizados, inspiración, materiales y todo lo referente al producto específico.
La gastronomía también es otro aliciente. A principio del año pasado hubo 38 pedidos de habilitación efectivos para abrir restaurantes en la zona, según datos del Gobierno porteño.
Así, la movida gourmet sumó en los últimos años decenas de restaurantes con propuestas que recorren la cocina porteña, francesa, mediterránea, japonesa y catalana entre otras que surgen como resultado de la llegada masiva de extranjeros radicados en la zona. Numerosas inversiones hoteleras y de hostels acompañan este reverdecer del barrio.
Hay diversas "perlas" que merecen un lugar en la agenda del recorrido. La catedral de la Santísima Trinidad, con sus cinco cúpulas de color turquesa decoradas con las estrellas del firmamento que llaman la atención desde las lejanías, es una de ellas.
Como apuntan los autores en el libro Buenos Aires tiene su historia, este santuario correspondiente a la Iglesia Ortodoxa Rusa "fue construida en 1898 y 1901 gracias a donaciones particulares, tanto del zar y otros nobles, como de los pueblos rusos, griego, sirio, búlgaro y serbio.
Toda la construcción remite a los templos moscovitas de los siglos XVII y XVIII. Su interior es muy suntuoso: íconos, vitrales y alfombras de incalculable valor artístico". En el frente, en mosaico veneciano, se destaca la representación de la Santísima Trinidad realizado en San Petersburgo.
Otros espacios para visitar son el Museo Penitenciario Argentino "Antonio Ballvé", edificio del año 1760 en cuyo interior se encuentra la capilla de Nuestra Señora del Carmen, una construcción del año 1734, la Parroquia de San Pedro Telmo, declarado Monumento Histórico Nacional y el Pasaje La Defensa, una tradicional casona de la década de 1880 que fue residencia de la familia Ezeiza y donde actualmente funciona una galería comercial.
El Museo de Arte Moderno del Gobierno de la Ciudad, que antiguamente era un depósito de la fábrica de cigarrillos "43", es otro espacio por descubrir. El edificio es del año 1918 y se recicló conservando su arquitectura original de estilo utilitario. En la actualidad se presta para exposiciones de artistas plásticos contemporáneos.
Por otro lado está el Museo Histórico Nacional, que se instaló en la que fuera casa de Gregorio de Lezama en el año 1897. El patrimonio resalta las tradiciones de la Revolución de Mayo y las Guerras de la Independencia y demás períodos trascendentales de la historia nacional del siglo XIX.
Siguiendo con el recorrido, y tal vez pensando en una parada, hay tradicionales bares que merecen una atención especial. Uno de ellos es el Bar Sur, que comenzó a funcionar en 1967 y fue pionero en el espectáculo nocturno en Buenos Aires.
El otro es el Bar Británico, también es uno de los bares más tradicionales de la zona y de Buenos Aires. Su nombre recuerda los inmigrantes ingleses que se establecieron en la zona en la época de la construcción del ferrocarril.
En las inmediaciones de esta barraca natural algunos afirman que tuvo lugar el primer asentamiento de esta ciudad; aunque hay quienes se oponen a esta concepción.
Lo cierto es que el terreno tiene una larga historia hasta que fue comprada por Gregorio Lezama en 1857. El propietario contrató un paisajista europeo y se dedicó a plantar especies exóticas y a adornar el parque con esculturas y jarrones. "Aprovechando los desniveles del terreno lo convirtió en uno de los espacios verdes más lindos de la ciudad", recuerdan los autores de Buenos Aires tiene su Historia.
"Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871 la propiedad sirvió como lazareto y en 1884 fue adquirida por la Municipalidad. La comuna pagó a la viuda de Lezama un precio muy inferior al que tenía en el mercado, a condición de transformar el predio en un enorme paseo público que perpetuase el apellido de su marido".
Surgió así el actual parque Lezama, otro de los paseos por este San Telmo que despliega sobre su lomo trazos claves de nuestra historia, que conjugada con la impronta actual ofrecen una experiencia de lo más interesante para quienes llegan a estas riveras.
Fuente: Los Andes Online
http://www.losandes.com.ar/notas/2010/4/11/turismo-482851.asp